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A cien años de la partida del raid Buenos Aires Nueva York 1925-2025

216 páginas

24 x 24 cm.


Gato y Mancha pertenecen espiritualmente, a todos los jinetes del mundo, a todos los que en una mañana cuando la escarcha blanquea los pastos del campo, hayan salido a parar rodeo, hayan cazado los cíbolos del norte, o hayan corrido bajo los soles ardientes de los llanos de Venezuela, o en cualquier otra parte del orbe.

Estas palabras de un hombre entendido y apasionado por los caballos como Robert Bontine Cunninghame Graham, resumen magistralmente la estatura que los caballos criollos que salieron de “El Cardal”, de Solanet, muy cerca de la ciudad de Ayacucho, alcanzaron a nivel mundial. Su proeza americana, la que comprobó las virtudes de una raza, los puso en ese sitio de privilegio.

Ese lugar de privilegio, también guarda un espacio destacado para Aimé Tschiffely, el hombre que pergeñó el desafío, el que en un tiempo difícil de delimitar pensó y estudió un continente para alcanzar una hazaña única de la equitación mundial. Pensó ese trayecto por un Continente que no es el que hoy podemos imaginarnos. Y lo llevó adelante con enorme valentía, pasión, amor propio y un incondicional amor por sus caballos, sus amigos, aquellos que le marcarían la vida para siempre. Esos dos caballos maduros que le confiara Don Emilio Solanet un día de 1925.

A cien años de aquella fecha, la historia, muy lejos de desaparecer, alcanza una dimensión extraordinaria e invita a los hombres y mujeres de este tiempo, a redoblar los esfuerzos por mantenerla viva y difundirla, para que muchos más la conozcan y disfruten. Este trabajo renueva el relato para mantener viva su memoria.

GATO, MANCHA y AIMÉ de Pablo Zubiaurre sobre una idea de Oscar E. Solanet

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A cien años de la partida del raid Buenos Aires Nueva York 1925-2025

216 páginas

24 x 24 cm.


Gato y Mancha pertenecen espiritualmente, a todos los jinetes del mundo, a todos los que en una mañana cuando la escarcha blanquea los pastos del campo, hayan salido a parar rodeo, hayan cazado los cíbolos del norte, o hayan corrido bajo los soles ardientes de los llanos de Venezuela, o en cualquier otra parte del orbe.

Estas palabras de un hombre entendido y apasionado por los caballos como Robert Bontine Cunninghame Graham, resumen magistralmente la estatura que los caballos criollos que salieron de “El Cardal”, de Solanet, muy cerca de la ciudad de Ayacucho, alcanzaron a nivel mundial. Su proeza americana, la que comprobó las virtudes de una raza, los puso en ese sitio de privilegio.

Ese lugar de privilegio, también guarda un espacio destacado para Aimé Tschiffely, el hombre que pergeñó el desafío, el que en un tiempo difícil de delimitar pensó y estudió un continente para alcanzar una hazaña única de la equitación mundial. Pensó ese trayecto por un Continente que no es el que hoy podemos imaginarnos. Y lo llevó adelante con enorme valentía, pasión, amor propio y un incondicional amor por sus caballos, sus amigos, aquellos que le marcarían la vida para siempre. Esos dos caballos maduros que le confiara Don Emilio Solanet un día de 1925.

A cien años de aquella fecha, la historia, muy lejos de desaparecer, alcanza una dimensión extraordinaria e invita a los hombres y mujeres de este tiempo, a redoblar los esfuerzos por mantenerla viva y difundirla, para que muchos más la conozcan y disfruten. Este trabajo renueva el relato para mantener viva su memoria.

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